Morir

Morir de belleza
y posar a las puertas
del infinito...
¡Adiós polvo de hadas!
 M.G.

Se quedó tan perfecta como era...

Rimar Silencios

Rimar silencios en tu ausencia...
Conjugando aromas
prestados a mi venas.
Con tus manos huecas,
sin los versos, ni la pluma,...
ni tu roce en mis caderas.
Con la sed de piel
que se anuda entre las piernas
y un soñar que ni despierta...
Con la espalda blanca,
sin lacre, ni espada,
esperando a tus palabras.
¡Se me seca la garganta!
Y sigo ciega y descalza,
con lo días por frontera
y las ganas, que desganan.
M.G.

 

Derechos Reservados

 

Muere ayer

Se me caen las horas
por los surcos y las sombras.
Se me van a solas...
Sin tu boca,
Sin tu ira,...
Sin mas.

Y nada vuelve,
por grande que sea la soga.
Retuerce la cana que asoma
y abre puertas,
y hace olas...

¡Muere ayer y nace ahora!
M.G.

Derechos Reservados

 

Una brújula...

Me esperan tus momentos
agolpados en retazos...
Una brújula en mi cuerpo
que me lleva en tus halagos.

 Y a dos besos por segundo
rememoro tus caricias;
tus risas en mi cuello y...
tus ojos cuando miran.

Espejo es mi diario
de letras atrevidas.
Recuerdos hilvanados
en tintas de otra vida.

M.G.

 

Derechos reservados

 

 

Adelántate...

Adelántate a mi vida
y espérame temprano,
lejos de la herida.
Donde rompen las cadenas
y la ira es de mentira....
Donde pise tus pisadas
y respire a toda prisa
esa brisa que derramas
poco a poco en mi sonrisa.

Despiértame a tu lado,
con tu olor y tus caricias.
Con el tiempo entre tus manos
que desboca hasta los días,
hace horas de colores y
detiene mi retina.
Surca mares inventados
que se abrazan entre olas
por pintar mi fantasía.

M.G.

Esconder la mano

Tirar el beso
y esconder la mano.
Como untarte de miel
y dejarla en los labios.
Precintada....
Sin usar.
Cerrada por descanso.
Con los pies fríos
y el alma en blanco,
pensándote de día
y durmiendo y olvidando...
Me escondo y ya no hablo.

M.G.

 

 

Tu piel

Préstame tu piel
para cubrir mis sombras
y abrazar mi ser.
Que me abrigue tu miel
como lluvia al cielo...
y viento al suelo...
Y al rozar mi cabello,
lo peinen tus dedos
como si fuera un señuelo.

Y si tiemblan tus labios
al decir un te quiero.
Que hablen tus ojos
sin voz en silencio...
Que me miren de cerca
y haciendo un reflejo,
me alumbren el alma
y vibre de nuevo.

Porque el fuego
no quema por dentro.
Enciende pasiones y
pinta argumentos.
Decora poemas
con besos de aliento.

M.G.