Aun llevaba dos coletas cuando el mal se volvió gris
y cambió una cajetilla por el dulce regaliz.
Una lágrima de sangre cambió ese cielo añil
que rozaba con sus dedos sin poderlo reducir.
y cambió una cajetilla por el dulce regaliz.
Una lágrima de sangre cambió ese cielo añil
que rozaba con sus dedos sin poderlo reducir.